En nuestra cultura nos hemos criado para solucionar problemas, en muchos casos, más que a prevenirlos. Nos damos cuenta de la existencia de algunos riesgos solo después que han acaecido las consecuencias de sus influencias y los efectos nocivos que no llegamos a prever. No es algo que amerite culparnos. Hace parte de un entrenamiento con el que hemos crecido. Lo que sí es interesante, por ejemplo, en referencia a nuestra salud, es poder reconocer nuestra capacidad de conocernos más a nosotros mismos y a nuestro entorno, para tener una percepción más amplia que nos permita potenciar el buen funcionamiento de nuestro organismo, incorporar las herramientas preciosas de la prevención y tener más claridad en nuestro papel como artífices principales de nuestro bienestar en mente, cuerpo y espíritu.
Entonces, te has dado cuenta que llegas a ser consciente que tienes ciertas partes u órganos de tu cuerpo sirviéndote 24/7 , solo hasta cuando te empiezan a doler, empiezan a disfuncionar y a generarte síntomas molestos, o hasta cuando en una revisíon médica te informan que tienes algún diagnóstico en particular?
Nuestro cuerpo, en su gran inteligencia biológica de millones de años, está preparado para funcionar a tu servicio. ¡Qué lindo sería interesarse cada vez más en aquellos servidores que la vida nos ha regalado para vivir esta experiencia humana! Interesarnos en ellos para conocer qué hacen, cómo trabajan, qué labores cumplen en nosotros y sobre todo, cómo podemos nosotros ayudarles para seguir sirviendo con la menor cantidad de obstáculos y sobrecargas. ¡Qué grandioso sería interesarnos en modificar nuestras prácticas de modo que les hagamos el menor daño posible y, en cambio, elijamos conscientemente todo aquello que les beneficie y les apoye.
Siguiendo el orden de esta idea,en adelante, les propongo apropiarse de la siguiente metáfora: Imaginen que somos los gerentes de una magnífica empresa: nuestra Unidad Cuerpo-Mente. Sé que en nuestra esencia, como gerentes de una compañía, no tendríamos la intención de explotar a nuestro talento humano, ni maltratar a nuestros trabajadores, sino que quisiéramos darles un gran ambiente para laborar, proveerles beneficios que les motiven y construyan, detectar sus talentos y habilidades para facilitarles los medios para desarrollarlos y, que así, puedan desplegar su máximo potencial.
«Nadie ama lo que no conoce, y nadie defiende lo que no ama». Hoy podemos romper la costumbre automática de «dar por sentado» que nuestro Hermano Cuerpo está allí siempre y que hará su trabajo aunque lo desconozcamos, no lo escuchemos, lo neguemos, lo maltratemos, le exijamos actuar en condiciones nocivas o le sobreexijamos más allá de sus tiempos y sus posibilidades. Es tiempo de tomar la decisión de iniciar una relación verdadera, como dice la maravillosa psicóloga transpersonal Virginia Gawel. «con el único animal que podemos acariciar desde adentro: nuestro cuerpo», este vehículo maravilloso que nos lleva por la experiencia de la vida incondicionalmente. Es tiempo de retornarle un poco de todo lo que hace por nosotros a diario, sin rendirse y sin hacernos preguntas.
Te dejo algunas prácticas muy sencillas de las que te puedes apropiar en tu vida diaria para abrir el camino de una relación con tu Unidad Cuerpo – Mente:
1- Pregúntate con frecuencia durante el día: «¿Qué necesitas?» . Sobre todo, cuando vivas emociones abrumadoras o síntomas fisicos molestos. Pero también entrénate en preguntarle al despertar y al ir a dormir. Así empezarás a entrenarte para escuchar tus propias necesidades y el llamado sutil que te hace tu cuerpo-mente para que las atiendas.
2- Cuando seas consciente de una necesidad, procura atenderte a la mayor brevedad posible: ¡Priorízate! Si esto te cuesta trabajo, piensa que es un hijo, un sobrino querido, un niño muy amado o una mascota querida quienes te piden suplir sus necesidades. Con seguridad intentarás hacerlo pronto y de la mejor manera posible para ellos. Entonces, hazlo así para ti también. Como no hemos sido criados para el autocuidado, pero sí más fácilmente formados para el cuidado de otros, esta estrategia de tu imaginación te facilitará el proceso. Imagina siempre, que quien necesita tomar líquido, dormir, abrigarse, ir al baño, recibir un abrazo, tomar alimento… es alguien a quien amas mucho y que además, depende completamente de ti. Con la práctica, poco a poco, irás descubriendo que Tú en realidad sí necesitas ser Tu persona más amada. Te darás cuenta que lo mereces y que tu cuerpo te lo agradece.
3- Regálate en el día unos minutos para ser consciente de ti. Aunque nos cueste creerlo, vamos por la vida en automático, muy inconscientes de nuestras sensaciones, necesidades primarias, emociones y ciclos biológicos. Regálate instantes de pausa, así sean 5 minutos al despertar, 5 minutos en la mitad de la mañana, 5 minutos en la tarde, 5 minutos antes de ir a dormir. En estos minutos, detendrás todos tus oficios, para tomar conciencia de tu cuerpo, con una breve meditación, un corto estiramiento, una toma de té o de café haciéndote real compañía. Lleva tu conciencia a tus sensaciones, a los lugares en los que sientes tensión, dolor, cansancio. Acompaña un rato a tus emociones, conviértete en su sostén, quédate unos minutos con lo que estés sintiendo. Puedes ayudarte para esto, anclándote en el momento presente a través de algunas respiraciones más conscientes, lentas y profundas; puedes tomar una bebida que te relaje, despacio y registrar todas las sensaciones que implica este ejercicio. También puedes hacer unos estiramientos gentiles de tu cuello y cabeza, o de tu espalda, tus brazos… Tratando de llevar tu atención a la percepción de las partes de tu cuerpo que estás movilizando. También puedes escuchar música que te relaje y te conecte contigo mismo(a), bailar una canción que te guste, aplicarte una esencia herbal en tus palmas o ponerla en un difusor y disfrutar unos minutos del aroma y sus efectos en tu cuerpo y mente… Puedes caminar un ratito por el césped, contemplar el amanecer o el atardecer… ¡Conéctate con tu creatividad y recursividad para hacerlo posible!. También permítele a tu intuición dirigirte para hacer lo que más necesites en ese momento…
4- Elige con conciencia los estímulos amorosos hacia tu cuerpo y tu mente. Y los estímulos dañinos que recibas, ocúpate de gestionarlos a tiempo. Busca información idónea para ir aprendiendo lo que te hace bien y diferenciarlo de aquello que te hace daño. En esta era en la que predomina la democratización de la información, puedes seguir fuentes confiables para alimentar tu conocimiento sobre tu salud, sobre los mecanismos naturales y las necesidades de tu Unidad Cuerpo-.Mente. Hazlo con la misma diligencia con la que buscarías información para darle lo mejor a tus hijos, a tus padres, a tus mascotas… Y pide la asesoría individualizada y profesional que sea necesaria. No pases entero todo lo que encuentras en redes sociales. Poco a poco, ve dándote cuenta que tú puedes elegir o des- elegir algunos estímulos e informaciones que ingresan a tu Unidad Cuerpo – Mente: la comida que tomas, el líquido que bebes, tus rutinas, tus horarios, lo que lees, lo que escuchas, lo que piensas y lo que hablas. Toma el poder que tienes por derecho natural, a abstenerte de lo que es nocivo y buscar activamente lo que te sana, lo que te construye y lo que aumenta tu energía vital. Por eso es importante que con frecuencia te preguntes: «Cómo se siente mi cuerpo, cómo se comporta mi energía cuando cuando hago esto, cuando digo esto, cuando estoy en estos lugares, cuando escucho estos programas, cuando veo estas series, cuando reviso estos contenidos, cuando paso el tiempo en esta actividad…? Ve comprendiendo que tú tienes la capacidad para administrarte las dosis de muchos venenos o de muchos medicamentos para tu cuerpo y mente. Hazte responsable, amorosamente, de elegir lo mejor cuando esté en tus manos. Y si los estímulos nocivos que recibes no dependen de ti, entonces asume pronto la responsabilidad de tomar acción para gestionar sus efectos, comprenderlos y usar herramientas que te permitan compensarlos y sanarte tempranamente. Pide ayuda cada vez que se haga necesario.
5- Conéctate con tus motivos para agradecer a tu cuerpo y a tu mente… y retirarle tiempo y energía a los juicios. Pasamos mucho tiempo frente al espejo juzgando lo que vemos, soñando con tener el aspecto que no tenemos, envidiando lo que otros muestran en sus redes sociales, queriendo ser otros(a), buscando mil formas para ocultar nuestras imperfecciones corporales, mutilar o succionar lo que sentimos que no debe estar allí y que ojalá desaparezca rápidamente; optando por implantar lo que sentimos que nos falta en algunas partes del cuerpo… Pasamos demasiado tiempo gastando la preciosa energía vital exigiendo que nuestro cuerpo sea diferente , incluso odíandolo… Y poco tiempo viendo sus bondades, agradeciendo sus servicios, diciéndole: ¿Qué quieres decirme con esto que estás sintiendo? ¿Cómo puedo ayudarte a estar mejor? . En este mismo blog, te cuento una historia personal que me enseñó mucho a partir de una lesión muy seria que tuve en mi rodilla… Me enseñó sobre la bondad incomprendida e inapreciada de nuestro cuerpo hacia nosotros. Por favor, no te la pierdas… Puede ser que resuene contigo y te acompañe en este camino de reconocer la grandeza que se esconde en el milagro cotidiano de estar vivos a través de este cuerpo físico que nos fue prestado.
La incondicionalidad de mi cuerpo
http://doriansaludparati.com/blog/la-incondicionalidad-de-mi-cuerpo/
Una ayuda muy hermosa que encontré en mi propio sendero, fue una de las meditaciones que la gran psicóloga Virginia Gawel nos ha regalado de forma gratuita en Youtube, como parte de la invitación a la práctica en el capítulo 8 de su libro grandioso » El fin del autoodio» (que les recomiendo leer y degustar de principio a fin) . Esta hermosa meditación lleva por nombre, «Hermano cuerpo: reconciliación y gratitud». Puedo decir, por propia experiencia, que algo esencial se transforma en nuestro interior después de ser guiado por su voz y su sabiduría en este precioso ejercicio. Les comparto el enlace:
Hay tanto más para decir y reflexionar juntos… Pero el camino que está hecho de peldaños, también nos pide que vayamos poco a poco, que los bocados de la nueva información se vayan digiriendo despacio, al ritmo de cada uno, para extraer de ellos su enseñanza nutricia y la sabiduría de cada proceso. Me quedo acompañándolos, siempre dispuesta a servirles cuando mi voz y lo que he ido aprendiendo pueda ser de apoyo y de ayuda para su despertar, su bienestar y su crecimiento.
Con cariño, Dorian